Haití: sangra por la cultura del “mal de ojo”

La matanza en Cité Soleíla de 184 ancianos de forma salvaje, cortándole la cabeza, mutilando los cuerpos con armas blancas, fue una masacre cruel y deshumanizada, propia del salvajismo de siglos pasados.
El pandillero Wa Mikano ordenó la matanza de ancianos, después de haber acudido a rituales de vudú donde un sacerdote le comunicó que su hijo había muerto por “mal de ojo” que los ancianos le habían echado.

Con esos crímenes, las bandas haitianas han sembrado el terror, el miedo, la desesperación y el caos. En nombre de la cultura mágico-religiosa, de rituales, de creencias distorsionadas y de un aprendizaje transmitido de generación en generaciones, de abuelos a hijos y de hijos a nietos, han validado de forma simbólica buscándole respuestas a sus enfermedades y males: “fuerzas del diablo”, ó el “mal de ojo” o a la venganza de personas “endemoniadas” productos de la envidia, el engaño o la traición.

La brujería, la hechicería, el curanderismo son practicas sostenidas por muchas culturas, designándoles poder o fuerzas mágicas religiosas a personas para comunicarse con el espíritu, dioses o muertos que, les confiaban tareas sobrenaturales.

Con el avance de las ciencias, la educación de los pueblos, las informaciones y el desarrollo económico y cultural, (transculturización) fueron modificado, desmontando e imponiendo nuevas creencias y nuevos patrones de comportamientos.

Pero Haití vive en el siglo XlX, su analfabetismo y atraso político social y cultural, legitima a pandilleros como Wa Mikano, que es una expresión sociocultural del atraso y del subdesarrollo haitiano, donde la fuerzas, las armas, el crimen y la desconexión del desarrollo de occidente, reproducen el salvajismo y la arrabalización.

La ONU, ni los países europeos logran comprender el comportamiento social del pueblo haitiano, los cascos azules después de una década en Haití como fuerza militar, llegaron a la conclusión: “el pueblo haitiano es inviable” “no son domesticables” “no conviven con la democracia ni con el orden”.

Ahora los Kenianos y las otras tropas enviadas, no comprenden los crímenes o el prenderle fuego a una persona con una goma en el cuello o quemarlos vivos en plena calle y cantarle el vudú a su alrededor de forma ritual, sencillamente, tienen temor, miedo e incomprensión del salvajismo en Haití.

Los americanos han decidido dar dinero y ayuda logística, pero sus hombres no van Haití, lo mismo hace Francia, España y Canadá.

Literalmente, han dejado a Haití al abandono y a la suerte de las bandas, la guerrilla urbana, el pago de peaje para sobrevivir, al trafico de armas y de drogas, y al crimen organizado a cualquier precio.
En Haití no hay Estado, ni Gobierno, no hay clase gobernante, ni grupo político, ni religioso que pueda detener las bandas, organizar elecciones y viabilizar un proyecto de nación.

Haití, es una mezcla de muchas cosas: pobreza crítica, analfabetismo, atraso en todos los órdenes, desorganización, delincuencia y crimen, donde existe una pobreza cultural y espiritual, sostenida y desconectada de la civilización y el desarrollo.

Emocionalmente han respondido con venganza, violencia, rabia y enojo, ira y odio contra todos. Es un proceso de aculturación y sincretismo de creencia distorsionadas y limitantes.

Lamentablemente, seguirán los crímenes, el salvajismo de las bandas haitiana, mientras que Haití espera por la ONU y la unión europea.

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