Audio: La Puerta de la Navidad

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Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasiliniz?

El Cuarto Domingo de Adviento es la puerta a la Navidad. Y esa puerta la abre la figura estelar del Adviento: María. Ella se entrega al misterio de Dios para que ese misterio sea humano, accesible, sin dejar de ser divino y de ser misterio. Y por eso María es el símbolo de una alegría recóndita.

En la anunciación, acontecimiento que el evangelio de hoy presupone, encontramos la hora estelar de la historia de la humanidad. Pero es una hora estelar que acontece en el misterio silencioso de Nazaret, la ciudad que nunca había aparecido en toda la historia de Israel. Es en ese momento cuando se conoce por primera vez que existe esa ciudad, y allí hay una mujer llamada María, donde llega Dios, de puntillas, para encarnarse, para hacerse hombre como nosotros, para ser no solamente el Hijo eterno del Padre, sino hijo de María y hermano de todos nosotros.

Es la presencia de Dios en nuestro mundo: Comunión de los servidores, de las personas audaces, de los profetas sin nombre, de los que hacen la paz y de los que sufren por la justicia.

Es María la elegida para ser la prolongación ante la necesidad que Dios tiene de los hombres para estar cercano a cada uno de nosotros. De ahí que en el Cuarto Domingo de Adviento la liturgia expone el misterio de Dios a nuestra devoción, misterio que debemos amar, pues ese misterio divino es la encarnación.

La celebración de este domingo, en la Liturgia Católica, propone como clave de vivencias, la fe; fe en la encarnación, que nos mostrará que Dios estará siempre a nuestro lado, dejándonos ver que existe un mundo mejor que este. Y esa fe se nos propone en María de Nazaret, para que advirtamos que el hombre que quiere ser como un dios, se perderá; pero quien acepte al Dios verdadero, vivirá con El para siempre.

Víctor Martínez te exhorta pues a esperar con fe la llegada del Niño Dios a tu corazón, quien te brinda la oportunidad una vez más de reivindicarte y dar cambios profundos en tu vida, prepárate pues elevando tus oraciones a la Madre de Dios para que sea tu intercesora ante el Padre Dios.

Nuestra hermana Matilde Farach desea que todo fiel oyente que escuche este mensaje sea bendecido por la gracia de María, tocado por la acción del Espíritu Santo y la alegría del nacimiento del Niño Dios en su corazón.

Hasta la próxima.

 

 

 

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Fuente:

relampagoinformativo.net

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