Perspectivas de crecimiento de la economía global para el 2025
Si algo comparten los analistas, los agentes económicos y los organismos multilaterales de financiamiento es que los riesgos geopolíticos que persisten sobre la economía global desempeñarán un papel clave, independientemente de la solidez de los fundamentos macroeconómicos.
Por ejemplo, el número de conflictos armados en los últimos años —que incluyen tanto conflictos interestatales como intraestatales— es el más alto desde la Segunda Guerra Mundial (UCDP 2024). Una intensificación de los conflictos y las tensiones geopolíticas representa un riesgo significativo para la actividad económica global y probablemente retrasaría el progreso hacia diversos objetivos de desarrollo. A nivel global, una intensificación prolongada del conflicto en Oriente Medio podría interrumpir sustancialmente los suministros de petróleo y gas natural, provocando un aumento pronunciado en los precios de la energía, con implicaciones adversas para la inflación y la actividad económica global. La incertidumbre en torno a la guerra en Ucrania también plantea riesgos persistentes para los mercados de productos básicos y la seguridad regional. Al mismo tiempo, la disipación del conflicto podría mitigar los obstáculos al crecimiento derivados de estos eventos. En particular, una disminución del conflicto en Europa podría mejorar la confianza y, con ello, impulsar la demanda interna, especialmente la inversión, que ha sido una fuente de debilidad en los últimos años.
Presiones inflacionarias
La disminución de la inflación global durante el último año ha sido irregular, con episodios de presiones inflacionarias resurgentes que han frenado el progreso. Mientras que los precios de los alimentos y la energía generalmente se estabilizaron o disminuyeron el año pasado, la inflación subyacente permaneció elevada, en gran parte debido a los precios de los servicios. Si bien los cambios en la política comercial que conducen a mayores aranceles globales, así como los conflictos intensificados, podrían aumentar las presiones sobre los precios, la inflación también podría ser más alta debido a la resiliencia de la actividad en el sector servicios. Además, el sólido crecimiento salarial observado en los últimos años a nivel mundial podría persistir a medida que los salarios reales continúan recuperándose, alimentando las presiones inflacionarias con un desfase, incluso cuando los mercados laborales comiencen a enfriarse (Michelis et al. 2024).
Asimismo, aunque el escenario base prevé una moderación generalizada de los precios de las materias primas, las preocupaciones específicas sobre el suministro de estas han provocado aumentos de precios en varios momentos del último año, incluidas situaciones como cierres de minas (cobre), restricciones comerciales (arroz), eventos climáticos (bebidas) y riesgos geopolíticos (petróleo crudo y gas natural en Europa). Una mayor prevalencia de estos shocks de oferta, especialmente si afectan alimentos o energía, podría dificultar la esperada moderación de los precios de las materias primas, ejerciendo presión al alza sobre la inflación en comparación con las expectativas.
Presiones inflacionarias más persistentes podrían obligar a los bancos centrales a ralentizar el ritmo de relajación, manteniendo las tasas de política monetaria más altas por más tiempo. Esto, a su vez, afectaría el consumo y la inversión, y aumentaría los pagos de intereses sobre la deuda gubernamental. Cambios rápidos en las expectativas sobre las tasas de política monetaria, especialmente si son impulsados por preocupaciones inflacionarias, podrían llevar a un fuerte reajuste de los activos y a un menor apetito por el riesgo. Esto podría perjudicar aún más el crecimiento tanto en las economías avanzadas como en los mercados emergentes y en desarrollo (EMDE, por sus siglas en inglés) y desencadenar salidas de capital de los EMDE más vulnerables.
Crecimiento económico de Estados Unidos y China
Las perspectivas para las principales economías, en particular Estados Unidos y China, están sujetas a riesgos adicionales a la baja más allá de los que podrían surgir por el aumento de las tensiones comerciales. La materialización de riesgos a la baja en cualquiera de estas economías podría tener una serie de repercusiones globales. En Estados Unidos, los indicadores recientes del mercado laboral sugieren que la expansión de la oferta laboral ha comenzado a debilitarse, mientras que el gasto de los consumidores muestra signos de desaceleración, en línea con el crecimiento más lento de los ingresos disponibles. Es posible que la moderación gradual del crecimiento en EE. UU. esperada en el escenario base resulte más rápida y pronunciada. Esto podría derivarse de cambios abruptos en las políticas comerciales, en particular aumentos significativos en los aranceles, que podrían desacelerar el gasto de los consumidores y las empresas. Un menor gasto, a su vez, podría llevar a un enfriamiento más abrupto del mercado laboral y reducir el ritmo de expansión de los ingresos laborales si las empresas retroceden drásticamente en las contrataciones y aceleran los despidos. El gasto de los hogares podría ser particularmente vulnerable a la desaceleración de los ingresos disponibles, ya que el colchón de ahorros relacionado con la pandemia probablemente se haya agotado en gran medida.
Los efectos negativos del debilitamiento de la demanda en EE. UU. se sentirían a nivel global. Unas importaciones de bienes más débiles en EE. UU., que son las segundas más grandes del mundo después de las de China, afectarían la actividad industrial en los EMDE orientados a la exportación. Una demanda más débil en EE. UU. también tendría repercusiones en los mercados de materias primas, lo que podría hacer que los precios de estas bajen más de lo esperado en el escenario base y reducir el crecimiento en los países exportadores de materias primas. Finalmente, la posición dominante de Estados Unidos en el sistema financiero global probablemente significaría que un menor sentimiento inversor tendría repercusiones globales, con una menor apetencia por el riesgo que endurecería las condiciones financieras en los EMDE, particularmente aquellos con calificaciones crediticias débiles. En general, las estimaciones del Banco Mundial indican que una reducción del 1 % en el crecimiento de EE. UU. podría resultar, después de tres años, en una disminución del 2.9 % del PIB en los EMDE y una caída del 2 % en el PIB global.
En China, además de los efectos de posibles aumentos de aranceles, una intensificación de la corrección del sector inmobiliario, marcada por nuevas caídas en la inversión en bienes raíces, representa un riesgo clave a la baja. Esto tendría amplios efectos adversos en la actividad doméstica y global, reduciendo la demanda de algunas materias primas, especialmente metales. Caídas más prolongadas y pronunciadas en los precios de las propiedades —que han disminuido, en promedio, alrededor del 14 % desde su pico a finales de 2021— podrían debilitar aún más los balances de los hogares y generar repercusiones financieras más amplias, con implicaciones adversas para los prestamistas más expuestos, en particular los bancos comerciales más pequeños. De igual manera, los crecientes efectos negativos sobre la riqueza, en medio de una confianza del consumidor moderada y condiciones laborales débiles, ejercerían una mayor presión a la baja sobre una demanda ya débil de bienes de consumo, así como sobre la actividad de servicios, incluido el turismo emisor hacia destinos clave en la región del Asia-Pacífico. Las estimaciones recientes realizadas por el Banco Mundial sugieren que un impacto negativo de un 1 % en el crecimiento de China podría llevar a una disminución del 0.8 % en el PIB global en tres años, con impactos mayores para los países que comercian estrechamente con China y están altamente integrados en las cadenas de valor globales.
Perspectivas de los mercados financieros
En noviembre, el banco de inversión Goldman Sachs publicó un informe sobre las perspectivas del manejo de activos financieros para 2025. En dicho informe, Goldman Sachs destacó que la economía estadounidense podría mantener una trayectoria hacia un «aterrizaje suave» (soft landing), ya que se espera que la inflación continúe desacelerándose hasta converger en el rango meta del 2 % establecido por la Reserva Federal. Por otra parte, se pronostica que la economía estadounidense seguirá creciendo gracias a una posible flexibilización de la política fiscal por parte de la administración entrante del presidente Trump, que podría incluir recortes de impuestos y una menor regulación. Estas medidas podrían generar un auge en los mercados de renta variable y de renta fija, impulsado por nuevos recortes de tasas de interés por parte de la Reserva Federal.
En cuanto a los mercados emergentes, Goldman Sachs pronostica un crecimiento significativo en los mercados de renta variable, particularmente en China, debido a las recientes medidas fiscales anunciadas por su gobierno. Además, se destaca que los bonos verdes representan una apuesta atractiva para los inversionistas, especialmente en el contexto de los desafíos asociados al cambio climático.
Sin embargo, este análisis está condicionado al entorno geopolítico descrito previamente y a cómo la administración de Trump gestione las tensiones comerciales con China. Desde nuestra perspectiva, coincidimos con el análisis de Goldman Sachs en varios aspectos, pero con ciertas reservas en relación con China y los bonos verdes.
El crecimiento de la economía china y de sus mercados bursátiles dependerá en gran medida de la magnitud del paquete de estímulo implementado por su gobierno para impulsar la demanda agregada. Si este estímulo es limitado, es probable que la desaceleración económica de China continúe en 2025, lo que no convertiría a este mercado en una apuesta segura para los inversionistas interesados en recalibrar sus portafolios hacia mercados emergentes.
En cuanto a los bonos verdes, su desempeño dependerá en gran medida de la postura de la administración Trump hacia los organismos multilaterales, que históricamente han promovido estos instrumentos financieros. Si se repite un enfoque hostil hacia estos organismos, como ocurrió durante su primera administración, acompañado de una política energética favorable al uso de combustibles fósiles, es poco probable que los bonos verdes sean ampliamente adoptados en los portafolios de renta fija a gran escala.
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