#SinFiltros: El tiempo es nuestro mayor tesoro

El tiempo es un recurso que no se detiene, no se acumula, y, sobre todo, no regresa. Quizá su fugacidad es lo que lo hace tan valioso y, paradójicamente, lo que con frecuencia nos lleva a subestimarlo hasta que ya es tarde. Este año, más que nunca, he comprendido esa verdad con una claridad casi brutal. Aunque en años anteriores había reflexionado sobre cómo gestionaba mi tiempo, en 2024 me encontré frente a un espejo que no podía ignorar: mi forma de usar el tiempo necesitaba un cambio radical.

Este año, me involucré en proyectos que no me aportaron nada significativo. Gasté energía en asuntos que estaban lejos de mi misión y propósito de vida. Dediqué tiempo a unas personas cuando quizá habría sido más valioso dedicárselo a otras, o incluso a mí misma.

Reconocer esto no fue fácil. Quizá lo más difícil fue aceptar que le dediqué demasiado tiempo a proyectos ajenos, olvidándome de mí, de mis sueños, de mi bienestar. Y cuando una se olvida de sí misma, todo a su alrededor comienza a tambalear.

La lección fue clara: no dedicarse tiempo a una misma es una forma de autosabotaje. En lugar de avanzar hacia mis propias metas, ayudé a otros a alcanzar las suyas. Aunque apoyar a otros puede ser gratificante, no se puede dar lo que no se tiene. Terminas agotada, desgastada, y con la sensación de estar corriendo en una rueda de hámster, sin llegar realmente a ningún lado.

Precisamente como comunicadora, veo también cómo, tanto yo como otros, perdemos tiempo evaluando alcances, estadísticas, comparando con la competencia, sin mirarnos ni disfrutar el proceso. No estoy en contra de esto, porque las evaluaciones son necesarias para seguir avanzando; sin embargo, requiere balance. Pasar demasiado tiempo en estas actividades puede alejarnos del propósito principal: disfrutar lo que hacemos y enfocarnos en lo que realmente importa.

Otro de los grandes errores que cometí fue agendar tareas confiando en que tomarían menos tiempo del necesario o dejando que otros impusieran sus prioridades sobre mi propia agenda, que incluye diferentes roles. Aprendí que es esencial reservar espacio para mí misma y mis metas antes de comprometerme con las de los demás.

Este reconocimiento me llevó a tomar una de las decisiones más importantes del año: autoregalarme un curso de productividad y manejo del tiempo. Ese curso fue un punto decisivo en mi vida. Aprendí que no necesitaba delegar ciertas tareas y otras sí. Dejé de hacer cosas que había estado realizando en piloto automático, cosas que no me hacían feliz ni contribuían a mis objetivos. Fue un proceso de introspección y reorganización profunda, que implicó eliminar actividades innecesarias, migrar a una agenda digital y, sobre todo, aprender a priorizarme.

Dejar ir lo que no suma no fue sencillo; sin embargo, fue necesario. Reenfocarme implicó enfrentar miedos, soltar culpas y entender que decir «no» a algo es decir «sí» a otra cosa, generalmente a una que realmente importa. Aunque comencé a aplicar estos cambios en 2024 y noté un impacto positivo, también descubrí que las personas tienden a interpretar estas decisiones como egoísmo, selectividad o complicación. Estoy dispuesta a pagar ese precio si significa vivir en plenitud, sin prisas, enfocada y realizada.

En este nuevo año, quiero divertirme más, trabajar en proyectos que me apasionen y que no solo me remuneren bien, que de la misma manera me llenen de energía y satisfacción. Quiero rodearme de personas que eleven mi energía, que aporten a mi vida tanto como yo aporto a las suyas. Estoy comprometida a ser intencional con mi tiempo, a valorarlo como el recurso precioso e irremplazable que es.

Aunque en el transcurso del curso siempre nos dijeron que no debíamos juzgarnos por el pasado y mirar con firmeza el presente, no es fácil superar que el tiempo no regresa. Este aprendizaje me acompañará cada día mientras trabajo en ser más consciente y agradecida por cada momento.

Quizá también sea un recordatorio para ti, que estás leyendo esto. Pregúntate: ¿en qué estás gastando tu tiempo? ¿Estás dedicando suficiente a lo que realmente importa? Porque el tiempo, ese recurso que tantas veces damos por sentado, no espera por nadie. Haz que cada minuto cuente.

En este viaje que todos compartimos, no olvidemos que nuestra relación con el tiempo es también nuestra relación con nosotros mismos. Aprendamos a priorizarnos, a vivir con intención, y a honrar el tiempo que tenemos, porque es el mayor regalo que nunca podremos recuperar.

En 2025, mi tiempo es mío, y prometo usarlo bien. ¿Y tú? ¿Qué harás con el tuyo?

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