La visión médica no basta para mejorar nuestros sistemas de salud
Por José Julio Villalba
El 21 de octubre de 2024, en Santiago de Chile, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) presentaron el informe La urgencia de invertir en los sistemas de salud en América Latina y el Caribe para reducir la desigualdad y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este informe es un llamado claro a la acción, enfatizando cinco puntos clave: 1) fortalecer los sistemas de salud; 2) mejorar la articulación entre los sistemas de protección social y de salud; 3) garantizar el acceso universal a la salud; 4) asegurar la sostenibilidad de los sistemas, y 5) priorizar la inversión en salud.
Este informe invita a reflexionar sobre la crisis de salud provocada por la pandemia de Covid-19, que expuso las profundas debilidades de los sistemas de salud en América Latina y el Caribe. Ya no podemos permitir que el modelo médico hegemónico defina nuestra gestión de la salud. Es hora de adoptar una visión más amplia, centrada en la salud pública y el bienestar social. Debemos abordar los determinantes sociales de la salud, promover la equidad y fortalecer nuestros sistemas a través de la Atención Primaria de Salud (APS).
Más allá de los médicos: liderazgo en salud desde diversas profesiones
La dependencia de ministros de Salud que son exclusivamente médicos ha sido un freno en la gestión de nuestros sistemas. La formación médica, aunque valiosa, resulta insuficiente ante los retos complejos que enfrentamos. La salud pública ofrece una visión más amplia, centrada en la prevención de enfermedades y en políticas que impactan realmente en la población. Necesitamos líderes en salud con formación en salud pública, que combinen conocimientos médicos con habilidades en gestión, epidemiología y promoción de la salud.
Es esencial que los gobiernos reconsideren el perfil de sus ministros de Salud. Un ministro con formación en salud pública puede transformar radicalmente la concepción y ejecución de políticas sanitarias. Esto no implica que los médicos no tengan un rol; al contrario, su experiencia es valiosa. Sin embargo, una diversidad de conocimientos en el liderazgo puede enriquecer la gestión y asegurar que se atiendan los múltiples factores que afectan a la salud de la población. La crítica de Eduardo Menéndez sobre el modelo médico hegemónico destaca la necesidad de incorporar perspectivas interdisciplinares en la formulación de políticas de salud. Su visión subraya que el enfoque actual, centrado casi exclusivamente médico, ignora la influencia de factores socioeconómicos y culturales en la salud.
La implementación de técnicos formados en salud pública es fundamental para gestión de salud. Estos técnicos deben ser expertos en salud, pero también en el contexto político y económico. Esto permite diseñar e implementar políticas de salud más integrales y efectivas. La capacidad de gestionar recursos, influir en decisiones políticas y promover la salud en todos los sectores son habilidades clave que estos líderes deben poseer.
La inversión en salud como prioridad económica
Un aspecto crítico para fortalecer nuestros sistemas de salud es la inversión adecuada. Es fundamental sensibilizar a los ministros de Economía sobre la importancia de invertir en salud. Los recursos destinados a la salud son una inversión en el capital humano y en el desarrollo sostenible. Los ministros de Economía juegan un papel crucial en la asignación de presupuestos y en la creación de políticas que priorizan la salud. Sin su apoyo, las iniciativas de salud pueden quedar truncadas.
La inversión en salud debe ser vista como una estrategia para alcanzar objetivos más amplios de desarrollo social y económico. Cada dólar gastado en salud tiene un retorno significativo en términos de productividad y bienestar social. Al fortalecer el sistema de salud se abordan las necesidades actuales de la población y además se prevén crisis futuras. La importancia de esta inversión se vuelve evidente cuando consideramos los costos económicos derivados de enfermedades no tratadas y la pérdida de productividad que conllevan las discapacidades.
Transparencia y evaluación de políticas públicas
La inversión en salud es fundamental, pero debe ir acompañada de un compromiso firme con la transparencia y la evaluación de políticas públicas. La implementación de mecanismos de control y rendición de cuentas es esencial para asegurar que los recursos se utilicen de manera eficiente y efectiva. Sin un marco claro de evaluación, es difícil determinar el impacto de las inversiones en salud.
La transparencia en la gestión de recursos es clave para generar confianza en la población. La implementación de auditorías regulares y la publicación de informes de gestión pueden garantizar que las inversiones en salud cumplan su propósito. Además, la evaluación continua de políticas públicas permite identificar áreas de mejora y ajustar las estrategias según sea necesario.
Es imperativo que las decisiones de política de salud estén respaldadas por datos sólidos y análisis rigurosos. Esto requiere la capacitación de los funcionarios de salud y la colaboración con investigadores y académicos que puedan proporcionar la evidencia necesaria para tomar decisiones informadas. La cultura de evaluación mejora la eficacia de los programas de salud y fomenta una mayor participación de la ciudadanía en la vigilancia de sus sistemas de salud.
La transformación necesaria para la equidad en salud
La crisis de salud en América Latina y el Caribe exige un cambio profundo en la forma en que se conciben y gestionan los sistemas de salud. Debemos recordar que la salud es un derecho y que invertir en ella es invertir en un futuro más saludable y equitativo para todos.
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Fuente:
https://hoy.com.do
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